domingo, 26 de septiembre de 2010

¡Levantaos!

Me encantan los sordomudos.

No es una consideración que haya que tomar a la ligera y, no, no es ningún tipo de perversión sexual (esa imagen tiene muchas más, cerdas y extrañas, implicaciones; pero eso otro día).
Pero hay algo que no acabo de entender y que me preocupa en dos sentidos. Por un lado, y esto me inquieta por nosotros; los normales, reflexionar sobre cuan buena es la maquinaria de aletargamiento de los medios de comunicación, que son capaces, incluso, de adormecer a la gente que no puede escucharles. Es ciertamente alarmante.
Y por otro lado, y esta vez me agobia por ellos, la poca capacidad de compresión y de movilización del colectivo, que se deja arrinconar y anestesiar por el rodillo informativo. Caso especialmente sangrante, siendo para ellos mucho más fácil concentrarse y aislarse.
Yo les invito y arengo con toda la fuerza de la que dispongo a que se levanten y lleven a cabo todo aquello que, seguramente, siempre han deseado.

Y ustedes, atolondrados lectores, dirán: "¿A que viene esto?"
Son un grupo medianamente organizado, con un idioma propio que les inculcan a la fuerza desde pequeños, no escuchan, son muy suyos y no se expresan a través del dialogo. No creo que se sientan españoles. Probablemente quieran su propio estado.

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