martes, 28 de septiembre de 2010

Ambulantes

-"Hombre..., mira quién hay por aquí..."- El anciano, con aires de excepcional detective, hacía coincidir las silabas con golpes de bastón.
-"Buenos días"- El tipo resopló cansado.
-"Sigues con eso de los relojetes ¿eh?"- Otra anciana se unía al elenco de curiosos, todos sentados en el muro que separaba la calle del geriátrico.
-"Sí..."- Respondió casi sin hacerse oír.
-"Me encantan los martes de mercadillo"
-"Ya, tu lo quieres es ver jovenzuelas. Que te tengo calaó Eusebio, ¡pillo!"
El hombre no quería dejar de darles la espalda; escuchar aquel chiste una vez más, con ese acento rural y encantador, era demasiado para cualquiera.
-"¿Aún no le has puesto sombra al chiringo?, amigo"
-"No..."- ¨Amigo¨ de qué.
-"Pero muévete un poco, da voces, que tienes que vender hombre".- El abuelo del bastón se mostraba especialmente activo.
-"Esta juventud de hoy en día... Cascaras de naranja que comíamos..."
-"Y agradecidos"- Aprovechó para añadir uno de ellos.
-"¡ Acérquese señor, mire, increíbles relojes, originales todos, tres euros uno, cinco euros dos!"- El tendero se arrancó con decisión, al ver pasar a un gentil caballero.
-"No gracias"- El cliente pasó de largo con educación y clase.
-"Claro que no. ¿No has visto que ya tiene reloj?"
-"¡Fíjate hombre!"- Los abuelos seguían con su comidilla.
-"Y además sin sombra"
El hombre mascullaba algo, que no acababa de sonar muy bien, cabizbajo y extrañamente risueño.
-"Hola caballero"- Otro potencial cliente se asomaba al puesto.
-"Buenos días"
-"Qué quiere"- Mostrando la mercancía -"un rolex, un swiss army, swatch quizá, ¿o es más de festina?"
-"No lo se, es que no me acabo de fiar de estos relojes..., no creo que funcionen muy bien"
-"Claro que funcionan. Son todos originales, las mejores marcas"
-"No se..."
-"Mire, vamos a hacer algo, ponemos este reloj en hora, y pásese en cinco minutos, ya verá como pone bien la hora"
-"Va...le... Adiós"
-"Hasta pronto caballero"
-"Muy mal"- Los ancianos usaban el concilio como arma arrojadiza.
-"Fatal"
-"No puedes dejar escapar a un cliente"
-"Va a volver, ¿vale?"
-"Ya... seguro que no se encuentra con los otros ocho puestos de relojes mejores que este"
-"Y que oferta... dos por cinco euros...."
-"Pues la misma oferta que se ve en todo el mercadillo"- El hombre empezaba a estar realmente molesto.
-"Y para que quieres dos relojes, con uno sobra"
-"Porque tenemos dos muñecas"- Contestaba con burla.
-"En la derecha va el visor del marcapasos. Eso lo sabe todo el mundo"
-"Y anda que venderlos como originales..."
- "Y sin sombra"
-"¡No son putos melones! ¡Les tiene que dar el puto sol! que la luz se refleje en sus cristales. Eso vende"
-"No será hoy"
-"Y tienes que poner relojes que sean mas malos"
-"Eso no tiene ningún sentido"
-"Claro que sí. Para subir el precio de las imitaciones que parecen mejores. Necesitas un proceso de identificación de clientes, eso hará subir tus beneficios"
-"Y tienes que ofrecer también cinturones"
-"Ya estamos, el abuelo de la mierda de elasticidad del precio. Normal que os abandonen en un asilo"
-"No, Eduardo murió hace dos días"
-"Y sí, murió abandonado aquí..."
-"Ves como no se te da bien vender tiempo"
-"Nosotros sabemos mucho sobre esto"
-"Lo siento"- El tendero se mostró realmente afectado.
-"¡Ahora sigue trabajando!"- El abuelo hizo moverse al hombre de un bastonazo.
-"Pero qué..."
-"Él lo hubiese querido así" - Con voz apenada y solemne.

A la semana siguiente no apareció por allí ningún abuelo, ni tampoco se puso ningún tenderete. En todo el mercadillo se hablaba de la repentina muerte de aquel grupo de ancianos.
Pero murieron con aquello que más anhelaban: Con mucho tiempo.
Llevaban dos relojes.

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